Todo comenzó en un pequeño garaje familiar, donde la pasión por el vino nos llevó a experimentar con microvinificaciones y a soñar con crear algo auténtico. Desde el primer día, nuestra filosofía fue clara: elaborar vinos que reflejen la pureza del terruño con mínima intervención.

Pronto descubrimos el valor de las variedades autóctonas y minoritarias, aquellas uvas olvidadas que encierran la esencia de nuestra tierra. Nos dedicamos a rescatarlas, explorando su potencial y trabajando con cepas únicas, con la convicción de que cada variedad merece ser apreciada en su máxima expresión.

Con el tiempo, el proyecto creció y la bodega tomó forma. Lo que comenzó como una idea en un garaje se convirtió en un espacio dedicado a la vinificación artesanal, donde cada proceso se realiza con el máximo respeto por la uva y su entorno. Seguimos apostando por una viticultura ecológica, sostenible y lógica, siempre en armonía con la tierra.

Consolidamos nuestro compromiso con las variedades autóctonas implantándolas en un viñedo experimental, explorando nuevas formas de vinificación y perfeccionando nuestras técnicas. La combinación de tradición e innovación nos permite crear vinos que expresan el carácter de nuestra región, respetando los ciclos naturales y potenciando la autenticidad de cada botella.

Hoy, seguimos fieles a nuestra esencia: crear vinos únicos, honestos y con alma. Cada botella es un homenaje a la tierra y una invitación a descubrir la autenticidad de nuestros vinos.